Muy parecida a un ser que lleva un chaleco antibalas,
aunque ame y prefiera la lluvia y el frío, necesito de un clima súper cálido y seco,
con el alma quién sabe dónde y el corazón vacío, con un tremendo hueco.
Anclándose a la tierra y resistiendo todo viento.
Inmóvil y aparentemente sin defensa alguna,
acostumbrándome a la calidez del sol, esperando con ansias a que caiga la luna,
soportando aquellas lluvias de arena,
en su memoria no pude borrar del todo, aquellas escenas.
Permaneciendo en sequía por muchos días,
sin una gota de amor,
sin apreciar la figura de tus labios, mientras dormías.
Sin poder diferenciar el aroma de la arena, al de cómo olías.
Mis espinas sin querer lastiman, sin querer «espinan»,
mi corazón está lleno de agua y mis intenciones siempre se afinan.
Mi boca se muestra un poco seca
y a quién quiera besarla, siempre reseca.
Pero cuando aprendí a regarme,
supe tratarme, amarme, considerarme.
Me cambié de tierra, también de arena,
porque todo cambio es bueno y más: cuando me siento amena.
He aprendido a perfeccionar mis espinas,
para acariciar a quien me aprecia y aniquilar a quien me lastima.
Podré estar llena de espinas, aunque por dentro estoy llena de todo eso que no cualquiera descifra, que no a cualquiera le «fascina».
Me comparo con este tipo de ser: Pues en realidad no encuentro, ni hay mejor descripción de mi, ni de este caos, como un simple y complicado cactus en proceso de florecer.
© -A.R.
Ciudad de Guatemala 23 de mayo de 2,019
Es muy hermoso! Me gustó bastante. Saludos
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias, que bueno que te gustó.
Un abrazo 🌸
Me gustaMe gusta
Qué hermosa metáfora. Felicidades!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Muchas gracias! Encantada de tenerte por acá.
Me gustaLe gusta a 1 persona